AUTOR: Robert Clay.
NACIONALIDAD: estadounidense.
RESOLUCIÓN DE LA FOTOGRAFÍA: 1670 x 2512 pixeles.
TÉCNICA: Foto arte.
PALABRAS CLAVE DEL TRABAJO: Ojos, jóvenes, mujer, blanco, solitario, soltero,
Satanás, rojo, retrato, persona, uno, cuello, labios, señora mayor, cuernos,
infierno, cabeza, niña, sexo femenino, colmillos, cara, maldad, diablo,
demonio, caucásico, sangre, adulto, sistema óseo.
La
obra elegida es una fotografía del estadounidense Robert Clay, quien ha
plasmado en varias de sus fotos mujeres vestidas como demonios, sacando a lucir
esa parte maquiavélica que todos tenemos, pero que nadie quiere reconocer.
Ángeles
y demonios han existido en la historia del arte desde tiempo remotos, las
representaciones mitológicas han sido una expresión del hombre de justificar
todo aquello que no puede explicar desde lo que para él es conocido. Esto visto
como el dualismo entre el bien y el mal, lo que para uno es luz y oscuridad, el
hombre y la mujer complementos opuestamente perfecto que con solo unirse son
capaces el uno con el otro de generar que la vida en la tierra sea perpetuada,
siendo ella quien mayor capacidad tiene de sentir dolor.
El arte
ha hecho eterno en el tiempo todos esos pensamientos, deseos y deliberaciones
de la mente que han atravesado por las cabezas del hombre en algún momento de
la historia. La mujer ha sido musa de grandes obras que han buscado plasmar ese
momento estéticamente perfecto producido por una mujer, lo que ella representa
en las almas de los hombres así la sociedad le grite lo contrario.
Un
demonio vestido de mujer, una representación de lo que tememos encarnada en
algo que podemos llegar a amar o a odiar tanto. La representación artística de
una mujer como un demonio nos recuerda esa parte creadora también capaz de
destruir, pero sería cobarde no reconocer que esa parte maquiavélica existe en
las profundidades de todas las almas y que necesita ser sanada en todos y cada
uno. Por eso mi reinterpretación busca más que interpretar, es crear ese
complemento femenino, ser también la oscuridad de ella como ella lo es de él,
así cuando es también su luz, incondicionalmente en la luz y en la oscuridad es
el hombre, capaz de brillar con ella, ser su parte, de ser con ella un todo.
El
cómo representación de su fuerza traducida en un cuerpo más burdo y por ende
destinada a brillar a su lado.
Un
yin yang, que sin su parte negra estaría incompleto como aquel demonio femenino
que no tengo a su demonio masculino para que brille con ella en esa oscuridad
que yace en el fondo de sus almas.
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